La disfunción del tibial posterior es una dolencia muy frecuente en personas que realizan deportes de impacto como correr, fútbol, baloncesto etc. En estos, se necesita solicitar al tendón tibial posterior un sobreesfuerzo, que puede terminar por lesionarle y hacerlo insuficiente en sus funciones.
Vamos a ubicar en primer lugar al músculo tibial posterior: tiene su origen en la parte posterior de la tibia y peroné y se dirige hacia la parte interna del tobillo. En este lugar, es donde se convierte en tendón, y se inserta en el escafoides.
La función de este tendón cuando estamos de pie y caminando es de una gran importancia: sujeta el arco interno del pie cuando estamos apoyando todo nuestro peso en el. Esto quiere decir, que es un músculo que con su tendón, frena y/o controla la pronación.
Este acto de pronar a sufrido una muy mala publicidad, haciéndonos creer que era “malo”. Nada más lejos de la realidad. La pronación es el método por el que amortiguamos el impacto a las articulaciones del tobillo, rodilla, cadera y a la columna, por lo que es necesario. Lo que hay que “corregir”, “vigilar”, “controlar” es: el exceso de pronación o hiperpronación.
Acudimos al especialista con dolor en la cara interna del tobillo, nos realiza una exploración ecográfica para estudiar el diagnóstico y se puede encontrar, dependiendo del estadío en el que se encuentre el tibial posterior con:
-Tendinitis del tibial posterior: dolor con la actividad, que se alivia con antinflamatorios, y terapia física convencional.
-Tendinosis: dolor durante todo el día, debilidad y con poca mejoría tomando antiinflamatorios.
-Rotura parcial: dolor todo el día, con incapacidad para caminar con normalidad.
-Rotura total: mucho dolor todo el día, en reposo incluso y con una impotencia funcional importante.
Los tratamientos varían según:
-Fase en la que esté el tendón.
-La actividad del paciente , tanto deportiva como de actividades de vida diaria.
-El peso.
-Los antecedentes de patología como hipertensión o diabetes.
Los tratamientos propuestos para la disfunción del tibial posterior, según condicionantes anteriores a valorar:
-Terapia física con fisioterapia convencional.
-Tratamiento farmacológico con AINES y analgésicos.
-Terapia invasiva: electrolisis percutánea ecoguiada.
-Infiltraciones en el paratendón.
-Plantillas ortopédicas a medida.
-Ejercicios de potenciación.
La disfunción del tibial posterior puede llegar a ser tremendamente incapacitante, dificultando incluso estar de pie sin dolor. Es importante un diagnóstico precoz y a ser posible preventivo, mediante el estudio biomecánico de la pisada, en aquellos pacientes con exceso de pronación.